jueves, 10 de septiembre de 2009

¿Qué es F.E.R.?

F.E.R. (Fumadores En Recuperación) es una asociación sin fines de lucro destinada a quienes quieren dejar de fumar.
F.E.R. funciona como un grupo de autoayuda en el que, a partir del intercambio de experiencias, se logra dejar el cigarrillo de manera natural, con tranquilidad, sin atravesar por situaciones traumáticas o estresantes y con alegría.
En el ámbito del grupo no se debaten ideologías políticas ni creencias religiosas, y el mismo se encuentra abierto a la comunidad en general, sin distinciones de edad. El único requisito para participar de estas reuniones es tener el deseo esperanzado de dejar de fumar.
Las reuniones son gratuitas y se desarrollan los días lunes, martes y jueves de todo el año, en el horario de 18.30 a 20. No se toma asistencia, no es un curso, ni tiene fechas límite de inicio y finalización y ,una vez logrado el objetivo de dejar de fumar, se puede seguir asistiendo para mantenerse en la decisión de no fumar y ayudar a otros que estén en vías de recuperación.

Esperamos a todo aquel que tenga ganas de vivir una vida plena, sin la atadura física y psicológica a la que nos condena el cigarrillo.

Reuniones los dias:
Lunes y Jueves de 18,30 a 20

En:
Avda. Santa Fe 1370 (anexo a San Nicolas de Bari)
Ciudad Autónoma de Buenos Aires

consultas a:
fumadoresenrec@gmail.com

¿COMO FUNCIONA F.E.R.?

Las reuniones de F.E.R. se realizan bajo la supervisión de un COORDINADOR. Los coordinadores son hombres y mujeres que han dejado de fumar en F.E.R. y que voluntariamente se ofrecen para la tarea de ordenar las reuniones otorgando la palabra a los asistentes y guiando el curso de la reunión.

La base de la dinámica de este Grupo desde su nacimiento fue la transmisión directa de nuestra experiencia. Al escuchar a los que dejaron el cigarrillo se va produciendo un cambio dentro nuestro, casi milagrosamente.


Como nuestra base es la experiencia vivida, no se permitirán discusiones, ni polémicas, ya que no hay dos experiencias que sean iguales. Lo que para uno es válido puede no serlo para otro y hasta parecer, a veces, contradictorio. No hay diálogo en las reuniones. Solo dar testimonio si se desea y escuchar atentamente el testimonio de los demás.

Venimos a escuchar y ser escuchados, por eso tratamos de no aconsejar en forma autoritaria ni dogmática.

El Grupo necesita que los que han sido ayudados y han logrado su recuperación y la felicidad de dejar de fumar “sin sufrir”, con solo “buena voluntad”, se hagan presentes regularmente al Grupo para contar su experiencia y ayudar a los nuevos compañeros en recuperación y, a la vez, continuar ayudándose; “recuperándose”. Sin ellos este Grupo desaparecería.

UN POCO DE HISTORIA

Este grupo de fumadores en recuperación se formó el 14 de abril de 1978. La recuperación provino del hecho de contarse entre sí las mutuas experiencias. El hecho fundamental de que un fumador se comunicara con otro fumador, tratándose como a un igual, como a un hermano sin dogmatismos ni autoridad, sólo relatándole su propia experiencia, a través de un sincronismo emocional, producía el milagro de terminar con la horrible pesadilla de la dependencia del tabaco.


El hecho curioso es que dejamos de fumar sin usar nuestra fuerza de voluntad y lo que es más importante, sin sufrir. Cuando otro fumador nos relataba su propia experiencia nos era fácil dejar de fumar, no teníamos que hacer ningún esfuerzo para ello. Nos dimos cuenta de que padecíamos de una enfermedad llamada tabaquismo y que ya el fumar se había vuelto ingobernable. Creemos que nuestra enfermedad es física y emocional y que nuestra recuperación se debe basar en la atención de estos dos factores. Nosotros no fundamos este grupo denominado “FUMADORES EN RECUPERACION” para establecer teorías, ni polemizar con la medicina, sino que, por el contrario, creemos que nuestra misión reside exclusivamente en ayudarnos a recuperarnos contándonos mutuamente nuestras experiencias.

Por aquellos días, unas 7 personas nos fuimos reuniendo casi a diario en diferentes casas, en grupos de dos o tres o conversando telefónicamente e intercambiando ideas y experiencias de lo que nos ocurría “milagrosamente”, ya que sincrónicamente fuimos, entre el 7 y el 14 de Abril de 1978, absteniéndonos con muchísima alegría de fumar.

Fueron 5 días de asombro y emociones intensas, y sabíamos que algo estaba pasando; quizás ya estábamos intuyendo la posibilidad de crear un grupo para fumadores con deseos de recuperarse, porque era la experiencia de Alcohólicos Anónimos y la psicología y la filosofía de Carl. F. Jung la que nos estaba indicando un camino de liberación de la dependencia al tabaco, con los pasos a seguir y los medios a poner, y también conciente o inconscientemente un camino de crecimiento espiritual, sin dogmas ni reglas preestablecidas.

Y el día 14 de Abril de 1978 nos convocamos a la primera reunión “oficial” del Grupo, alrededor de su principal inspirador y primer “recuperado”, el Dr. Enrique Rodríguez Casanova, que dirigía una reunión semanal de “autoconocimiento” a la que todos asistíamos y que se dedicaba al mismo tiempo, por su trabajo profesional, al estudio del alcoholismo, actividad que lo vinculó con AA.

A partir de ese momento empezamos a escribir las bases de lo que hoy es F.E.R. Elegimos este nombre y fuimos tomando el ejemplo estudiando la literatura de los grupos hermanos de AA y ALCO.

UNA NUEVA EXPERIENCIA

COMO SALÍ DE LA NUBE DE HUMO


Nunca supuse como fumador empedernido, que existía una forma de escapar del infierno el tabaco. Yo era un adicto al tabaco, pues no podía elegir si fumaba o no. Era tan dependiente del tabaco que no estaba en mí prescindir de él.

Tampoco imaginaba en mi insensatez, que el día de rendir cuentas llegaría inexorablemente. Y me encontré de pronto con un dilema dramático. Debía dejar de fumar y no estaba en mis manos hacerlo. No creo en el “destino”,y en la”suerte”, en el “Hados”… Creo en la Divina Providencia y creo en el libre albedrío. Y comencé a vivir una experiencia invalorable.
odo comenzó con una invitación a una conferencia abierta de Alcohólicos Anónimos. Fui para complacer a otra persona, no por mí, pues nunca tuve problemas con el alcohol.
Pero a medida que fue transcurriendo la conferencia, escuchaba azorado, y en mi mente se fue asociando obsesivamente la idea: “si esto sirve para el alcohol, por qué no para el tabaco?”. Cuando comienzo a dudar de las casualidades, empiezo a pensar en la Providencia. Primer casualidad: Mi asistencia a la conferencia. Segunda casualidad: Reparten tarjetas para que hagamos preguntas. Tercera casualidad: Entre el centenar de tarjetas recibidas y que se repartieron entre tres conferenciantes, la mía fue a dar en manos de la “persona indicada”.

Además fue la primer tarjeta en ser leída. El conferenciante que las lee médico especialista en alcoholismo; en síntesis la pregunta versaba sobre la posibilidad de emplear para el tabaco el mismo sistema que para el alcohol, salvando las diferencias e un producto a otro.

La respuesta que me dio el médico fue la siguiente: “…tan en lo cierto está usted con lo que supone, que yo mismo era un fumador de 100 cigarrillos diarios y dejé de fumar en un grupo del que soy co-fundador, F.E.R., Fumadores en Recuperación, basado en la filosofía y las tradiciones de A.A.”

El lunes siguiente me hacía presente a mi primera reunión de F.E.R. que fue inolvidable. Salí confundido y casi con rabia. Pero a medida que me fui serenando, me di cuenta que la indignación era conmigo mismo. Porque a mí no me conocían y nadie me dirigió la palabra. Pero todo cuanto escuché, todo lo que allí se dijo, me concernía y tocaba mis sentimientos. Lo que pasó es que con sinceridad, comprensión y firmeza me habían puesto frente a frente con mi verdad como fumador.

No era ya el molesto consejo del que no entendía nada, del que jamás había fumado. Era el testimonio vivo, sincero, de corazón a corazón, de aquellos que entendían hasta la última pitada todo lo que me pasaba, porque todos eran fumadores como yo, que habían pasado por similares experiencias, compulsiones, ansiedades, placeres, y sufrimiento que el tabaco nos había deparado. Y de a poco fui entrando en la serenidad y en la aceptación de mi enfermedad tabáquica.

¿Quería dejar de fumar? Sí, lo anhelaba profundamente porque a más de sentirme mal físicamente, el cargo de conciencia pesaba más al saber la verdad. El suicidio a gotero no es lícito ni ante Dios ni frene a la naturaleza.

Todo lo que escuchaba en las sucesivas reuniones era nuevo, inédito. “No se sufre”, no se deja de fumar por fuerza de voluntad… es Dios que a través del grupo te sacará de esto. TE dará el valor para que puedas cambiar el fumar por la abstinencia.

Me impacientaba porque otros dejaban de fumar y yo todavía no. Y seguía fumando. Nadie me lo prohibía. Pero pasaba el tiempo y el mentado “clic” no me ocurría. Traté de hacer algunos esfuerzos. Cambiaba de marca, fumaba menos, pero todo era inútil y a los pocos días volvía a fumar compulsivamente. Sentía admiración, envidia y respeto hacia los veteranos que habían logrado dejar de fumar.

Empecé a tener vergüenza de asistir a las reuniones y seguir fumando. El orgullo me hacía sentir que era único, que los otros sí podían pero yo era un fumador muy especial, muy difícil. Hasta que un día dejé de asistir a las reuniones. Seguí eso sí, pidiendo a Dios que me ayude, usé la mediación de la Santísima Virgen María. Pasaron tres meses, me acordaba del grupo con un poco de tristeza. Una mañana me visitó una persona muy querida, que hacía tiempo que no veía. Y a la alegría de compartir con ella ese momento la adobé con todo el humo y todos los cigarrillos que pude atosigarme. Mate, cigarrillo y una compañía muy grata. Eso para mí era vivir. Qué lejos de saber que era mi despedida del cigarrillo hasta hoy!!!. La visita se fue y me puse a trabajar en una restauración que estaba haciendo. Hice un esfuerzo físico insignificante, me quedé sin aire, me descompuse, se me aflojaron las piernas.

Transpirando y tembloroso me tiré en la cama y comencé a sentir miedo pero con una sensación extraña.

Empecé a indignarme. Y pensaba: “de manera que si éste es mi final, resulta que yo soy el autor de mi propia destrucción en la forma más estúpida, absurda, sin sentido”.

Estaba tocando fondo. NECESITÉ TOCAR FONDO. Pero si toqué fondo fue porque hubo un fondo, si no, hubiera seguido de largo… Con cuanta fuerza, con que inusitada resolución tomé la decisión!!! SI HASTA AHORA YO ASUMÍ LA RESPONSABILIDAD DE FUMAR, A PARTIR DE ESTE INSTANTE TOMO LA FIRME RESOLUCIÓN DE NO FUMAR MÁS Y ASUMO LAS CONSECUENCIAS QUE DE ESTO SOBREVENGAN, CUALESQUIERA FUEREN Y PASE LO QUE PASE… Decidir significa “partir por el medio”, como bien dijo hoy un futuro recuperado, “ME VENCÍ A MI MISMO”.

Después de esto me tranquilicé. Aún no sabía que la decisión era verdadera y que había partido por el medio al hábito de fumar por lo menos hasta hoy. La descompostura se pasó y cual no sería mi asombro cuando comenzaron a pasar las horas, los días y yo seguí sin probar un cigarrillo. Mi principal aliado para fumar fue mi mejor arma para no fumar, el mate. Cuando el cigarrillo se me cruzaba, me preparaba unos mates. Cuando terminaba el rito de calentar el agua, preparar el mate, etc., el cigarrillo que se me había cruzado, ya no existía, y yo disfrutaba de unos sabrosos amargos sin tabaco.

Otro recurso valiosísimo en esos os o tres primero días, fue el compromiso con Nuestro Señor Jesucristo que había asumido. Me repetía con fuerza “Me comprometí con el Señor a hacer un pequeño esfuerzo”… Esto también bastaba para que el fugaz cruce del deseo se disipara. Y después otra vez el asombro. ¿Qué pasó con las ganas de fumar? ¿Dónde estaba esa necesidad imperiosa y tiránica, de hacer cualquier cosa por conseguir un cigarrillo? Dónde el deseo, la compulsión?. No lo sé ni me importa. Lo que ahora importa es éste nuevo gozo. Esta alegría inmensa. Este sentimiento de libertad, de plenitud, de satisfacción, que invade todo mi ser. Y comienza a aparecer un sentimiento de agradecimiento que me lleva a las lágrimas de alegría. Y empiezo a decir gracias Dios mío, gracias Mariche, gracias Susana, Luis, Fernando, Isabel, Linda, Erico, Beba, etc. … El poder de Dios, la generosidad del grupo más una pizca de buena voluntad de mi parte y la cosa se produjo.

Recién ahora empiezo a comprender. Es verdad que, con respecto al cigarrillo, ahora no sufro, no me cuesta, pero necesité salir de la nube de humo para sentirlo, para palparlo, para vivirlo. Otro gran asombro. La mentira enorme, la falsedad total, que fue el fumar. Todo teatro, todo circo, todo invento de mi imaginación. El cigarrillo no acompañaba, no protegía. La nube de humo era sólo eso, humo. Y yo pretendía esconder mi pequeñez detrás de ese escudo… Treinta años contándome el mismo cuentito.

Lo que no era mentira, lo que era una realidad hermosa era la alegría auténtica con que me recibieron los compañeros del grupo ni bien volví. ¿Y qué debo al grupo? Le debo la vida.

La dignidad recobrada frente al hábito del tabaco. Si ahora un fumador se acercara a mí y yo no lo entendiera, nadie me lo creería. No soy antitabáquico, porque aprendí a querer al fumador, y el tabaco o el cigarrillo en sí no es más que un cucurucho de papel lleno de yerba, de pasto.

Tuve cambios físicos. Pero lo que más me importa es que mejora mi ansiedad, mi tensión nerviosa. Otro cuento, el cigarrillo no calma los nervios, los destruye.

Para concluir diré que como fumador sé que siempre está el peligro de la recaída. Y alejarme de ese peligro depende en parte de mí. Pero también depende de ustedes. Porque este sí que es un trabajo que lo hacemos entre todos o no se hace.


ANÓNIMO

MAS TESTIMONIOS

El 11 de febrero de 1988 fumé mi último cigarrillo. Al día siguiente no tuve ganas de fumar… Fue algo increíble que se dio sin que yo pensara algo al respecto… Simplemente a esas no ganas iniciales les agregué buena voluntad, la fórmula que había aprendido en el grupo; poner buena voluntad y los medios para aprovechar ese buen momento.



Esa mañana fui hacia mi negocio pensando en que si me encontraba con problemas igual no iba a fumar. Cuando llego, me encuentro con una inspección general de la D.G.I.; me convidaron un cigarrillo pero pude decir que NO; ese “no” me dio fuerzas y confianza en mí misma… ese “no” inicial fue la semilla que iba a hacer crecer en mí este estado de abstinencia… sin embargo, al mediodía tuve mi primera compulsión; como me encontraba con la mente muy alerta, utilicé los medios que tenía a mi alcance en aquél momento: comí muchas zanahorias, apio y tomé enormes cantidades de agua. A la vez estoy muy mentalizada a no caer en otra adicción; la comida fue solo un medio que usé para clamar la ansiedad de esa primera compulsión. Solamente eso.

Cuando luego me agarraban ganas de fumar, antes de cruzarme al kiosco, hablaba por teléfono con algún compañero que me aconsejaba y me daba fuerzas; pero a mi mentalidad de fumadora eso no le servía de mucho; sí me sirvió cuando ese compañero me dijo que si tenía tantas ganas de fumar lo hiciera, que prohibírmelo era el peor error que podía cometer.

Y al decirme esto, de alguna manera, él me autorizaba para fumar, e abría una puerta para volver a fumar, y eso fue lo que me frenó. Quedaba en mis manos decidir si iba a fumar o no. En eses momento de lucidez comencé a rezar a mi Poder Superior y a leer las experiencias de mis compañeros.

Al tercer día todavía tenía ganas de fumar; pero gracias a mi poder interior, a mi buena voluntad y al recuerdo del grupo, no lo hice.

Así pasaron los días y concurrí al grupo que me apoyó más todavía en eses momentos.

Quiero aclarar para los compañeros que utilizan la excusa de la distancia para no asistir a las reuniones que viajo y viajé 24 km. Para concurrir al grupo.

Por todo esto, doy gracias a Dios y a todo el grupo, que me sigue ayudando y me sigue brindando su solidaridad y su amor.

 
ROSA





Mi nombre es Guillermo (Willy); el 15 e mayo de 1986 me enteré de a existencia de F.E.R. y, como hacía bastante tiempo que tenía ganas de dejar de fumar; concurrí a una reunión.

Al llegar me senté en un rincón, los escuché y, por ser un poco tímido, prácticamente no hablé; sin embargo supe que iba a intentar dejarlo, por lo menos por aquella gente macanuda, maravillosa.

Me dije entonces: “voy a tratar de hacer o que aconsejan, voy a concurrir a las reuniones, escuchar los testimonios, experiencias, e intentar sacar algo que me pueda ayudar”.

Al finalizar la reunión si bien me habían invitado al bar, no concurrí; sabía que era una forma de poder integrarme a ellos, pero me costaba mucho acercarme.

En la reunión siguiente descubrí que en la entrada de la iglesia había una virgen y le hice una promesa: si dejaba el cigarrillo le llevaría un ramo de flores en cada mes durante un año…

Era la Virgen de los Milagros…

Aquel día tan esperado llegó el 2 de junio de 1986, a los 17 días de asistir al grupo, y durante un año cumplí con mi promesa.

Gracias a Dios, ya llevo casi seis años y medio sin fumar.

En aquél 2 de junio un compañero dijo las palabras mágicas, mis palabras de ayuda. Y fueron: “Se puede empezar por 24 horas sin fumar”; Y pensé: “lo voy a intentar, y si no sale como espero, nadie me reprochará nada, porque el grupo no obliga…”, y lo intenté, porque si otros pudieron yo también iba a poder.

Imaginé que tenía que cruzar un lago y que del otro lado se encontraban los que no fumaban.

Mis primeras 24 horas comenzaron con la concurrencia al bar luego de la reunión, estuve con mis compañeros y no encendí un cigarrillo (solí fumar 2 o 3 durante el café). Más tarde fui a mi casa y empecé a cambiar hábitos y poner medios, como había escuchado en F.E.R.; aquélla noche e no hice sobremesa después de cenar, me fui a ver televisión y después, a dormir. No me fue fácil en un principio, pero tampoco me resultó imposible como creía. Solía interponer alguna actividad cuando tenía ganas de fumar, y así fueron pasando las horas, los días, las semanas…

Pero al mes aproximadamente, me ocurrió algo muy peligroso… y es posible que les pase a muchos.. Me dejé engañar por el cigarrillo, comencé a decirme que me tenía que despedir, que todo había pasado muy rápido… pero, cuando me los estaba por fumar, pensé que ya llevaba 33 días sin fumar, y que aquellos 33 días para mí significaban 33 mexicanos de oro, y que sería una estupidez perder aquel gran capital que tenía.

Y, gracias a Dios, pude seguir sumando días…

Seguí concurriendo a F.E.R. y lo hice por dos motivos: primero, porque quería y quiero estar o seguir estando bien; tengo que recargar baterías y estar siempre atento; y segundo, porque tal vez pueda ayudar a alguien con mi experiencia. Durante estos años escuché a mucha gente que, aunque ya recuperado, me seguí ayudando; creo que siempre hay que asistir a las reuniones, hay que tener paciencia, porque esto es como un laberinto donde algunos encuentran su salida al primer día y otros tardan meses o años; y es el tiempo de cada uno que debe respetarse.

Nadie tiene la justa, nadie tiene la precisa, ni es necesario tenerla en un grupo con el espíritu de F.E.R., las mentiras, que a la mayoría de los fumadores nos agobian porque las decimos o hacemos y a la vez nos damos cuenta que estamos mintiéndonos, son aceptadas aquí, y lentamente son devueltas, junto a un mensaje de “no es necesario que mientas también con nosotros, porque sabemos de qué se trata esta adicción”; esto, principalmente para los recién llegados.

En el grupo, persistir en la asistencia es lo principal. Porque las dos partes que lo forman, los que fuman y los que no, son la esencia de la ayuda que nos brindamos. Muchas veces los compañeros que fuman piensan que no necesitamos de su testimonio, y desde ya que no es así, porque es ese testimonio el que nos va a permitir dar la ayuda que queremos brindar.

Espero que mi experiencia les pueda ayudar. Suerte.

Willy


Me llamo Daphne y hace dos años y res meses que estoy sin fumar. Lo increíble es que no me acuerdo del cigarrillo y que en ningún momento sufrí ni puse fuerza de voluntad para no fumar. Sí tuve, en realidad ,días de muchísimo sufrimiento, cuando todavía fumaba, porque pensaba que lo tenía que dejar sí o sí y no podía y me equivocaba, porque me estaba apurando, empujando y presionándome, y eso no sirve… Ahora siento que me he sacado un enorme peso de encima… Fumé durante 30 años y nunca menos de dos paquetes por día. Cuando vine a F.E.R. estaba convencida de que quería dejar el pucho, fumaba sin ganas, y hasta me daba asco; pero sencillamente no podía dejar.

Todas las mañanas me prometía que ese día iba a dejarlo… pero no… y me sentía pésima por no dejarlo y porque no podía cumplir con lo que me había propuesto. Era una tortura mental diaria.

Lo que me gusto e F.E.R. es que nadie me obligaba a nada; lo único que tenía que hacer era asistir a reuniones y si quería, seguir fumando. Esto duró 9 meses.

A mí me sucedió lo que dicen en el grupo; que uno va cambiando el casete e fumador por el de no fumador, y un buen día se produce el clic y uno deja.

Pienso que lo que más me ayudó fue venir al grupo, escuchar los testimonios, tenerme paciencia, respetar mi tiempo y valorar los pasos que iba dando, que, a lo mejor, eran muy, pero muy chiquitos.

También en el grupo aprendí a usar las imágenes. Me imaginaba en un lugar y me veía sin fumar y bien, muy tranquila… luego resultaba que, cuando iba a eses lugar, fumaba mucho menos, y ya era un logro, un pasito. También aprendía a no pensar en el cigarrillo; esto al principio me costó muchísimo porque cuando quería no pensar, era pero pensaba más que antes… pero al final resultó porque llegué a no plantearme siquiera si tenía que pensar en él o no, simplemente se borró, o lo borré de mi

Y así sigo… estoy aprendiendo a tratarme mejor, a no exigirme tanto.

Me ayudó mucho el hecho de intentar ver qué había detrás de cada compulsión. Pude así descubrir o tomar conciencia de mis propias necesidades y hacer algo por mí misma.

Si embargo, lo definitivo para mi llegaría desde dentro del grupo. La sola idea de no fumar durante 24 horas, que es lo que F.E.R. propone, me aterraba, porque me parecía que si estaba 24 hs., después tenían que ser 48 y así sucesivamente… y en definitiva, que iba a dejar de fumar PARA SIEMPRE…. Nada de Solo por Hoy y, en el fondo, nada de dejar de fumar; tan frente a mí estaba la posibilidad… quizás el miedo, el terror al después y al abandono de esta adicción…

Pero, por suerte, una compañera dijo en una reunión que había estado varias veces 24 horas sin fumar y que después había seguido fumando.

Esto me animo y probé varias veces estar 23 o 24 horas sin fumar.

Hasta que en una de estas pruebas (fue un día Domingo) seguí de largo sin fumar. A la mañana siguiente no fumé y a la tarde fui pateando el cigarrillo para más tarde….Llegué a la reunión y conté que hacía más de 24 horas que estaba sin fumar. Todos me aplaudieron y yo no podía dejar de sonreír de tan contenta que estaba.

Y así, sin proponerme dejar, solo probando, he llegado a cumplir 2 años y 3 meses, sin pensar en el cigarrillo en mi vida cotidiana pero asistiendo a las reuniones de F.E.R., por lo menos en la media de mis posibilidades.

En F.E.R. adquirí algo más importante que dejar de fumar, que es la capacidad de NO PENSAR en el cigarrillo, pude corar con el “fumo o no fumo”. Ahora no pienso punto, no me permito dialogar con él en lo más mínimo.

Creo que fue importante no proponerme dejar en una fecha determinada y venir al grupo, aprender a jugar con las imágenes y dar pequeños pasos, probar , descansar, volver a probar y descansar otra vez…

Así me fui ejercitando hasta llegar a animarme a dejarlo. Un día sentí que había cruzado una calle y que el cigarrillo se había quedado en la vereda de enfrente.


DAPHNE


El día que decidí dejar de fumar fue el día que me di cuenta de mi dependencia de un cilindrito que yo creía poder manejar a gusto, de acuerdo a mis estados de ánimo. Cuando me día cuenta que esto no era así, tomé una de mis grandes decisiones: pedir ayuda con toda la humildad posible. Así llegué a F.E.R. , dispuesto a que me ayuden y con los poros bien abiertos como si fuera una esponja para tratar de absorber todo lo que me podía servir para dejar de fumar sin sufrir como me lo habían dicho.

En la primera reunión que concurrí, que fue el 27 de enero de 1986, recibí una carga de energía muy positiva, y pensé que si no dejaba de fumar no importaba, porque había conocido gente muy agradable. No falte a ninguna reunión y recuerdo que un jueves que no podía llegar antes, me dije que aunque sena 5 minutos tenía que estar.

Sin quererlo y sin ningún tipo de planteo amanecí el 19 de febrero de 1986 sin ganas de fumar, lo aproveché y hasta el día de hoy no he vuelto a fumar. Voy para los siete años, y de más está decirles cómo me siento.

Al principio tuve miedo, pensé que era un espejismo. No quería comentarlo para que no me aplaudieran. Y ahora pienso que lo mágico que a mí me sirvió fue saber escuchar. Siempre hay una palabra que nos sirve como arma, no para pelear con el cigarrillo, que es un craso error, sino para defendernos. La primera arma que recibí fue una palabra de uso cotidiano, a la que parecemos no darle mucha importancia.

Esa palabra fue AMOR.

Esa palabra fue la que me llamó la atención y empecé a desarrollarla en todo sentido. Lo primero que yo tenía que tener era amor por mi mismo. Recién en ese momento me di cuenta de lo poco que me quería, porque fumaba muco, incluso estando muy feliz. Ahora me preguntan qué hago cuando estoy en ese estado… simplemente lo disfruto todo lo que puedo, tanto que a veces no puedo entender que haya sido fumador… La palabra amor fue el punto de partida; después, con la ayuda de otros testimonios, fui fortificando mi decisión y empecé a “hacerla fácil”, como dice uno de mis compañeros. Y me sirvió para saber que si yo estaba ahí para dejar de fumar era porque nadie más que yo quería hacerlo, y cuando uno quiere algo lo consigue, y si es algo bueno, positivo, todavía es más fácil…

Otro compañero, a quien le costó muchísimo dejar de fumar, me enseñó que cuando me invadían las ganas de fumar no eran tal cosa, sino que eran trampas que tenemos todos los adictos, para volver al círculo.

Quiero comentar algo que me sucedió y es posible que les suceda a algunos de los compañeros. Tiene que ver con cierta agresividad que podemos llegar a percibir desde los demás cuando dejamos el pucho, creo que mucho movemos en los demás cuando ya no ven en nosotros el personaje adicto al tabaco que conocieron, y las reacciones pueden ser muy fuertes. Por ejemplo, hay gente que cree que es muy difícil lograr lo positivo; cuando mostrás que en realidad es posible, y quizás, hasta fácil, se ponen agresivos con uno. Ahí es cuando tenés que formar tu propia defensa y no permitirte las trampas de la mente. Te dicen “antes cuando fumabas, eras mejor, más simpático, más piola…”; esto me sucedió y fue una gran tristeza, pero en vez de enojarme o analizar el motivo de esa agresión, les respondí que se quedasen con mi pasado, que no quería fumar y que no me importaba si había dejado de ser piola.

Aquí me dieron las palabras pero también como aplicarlas. La palabra amor me sirvió de apoyo pero además un compañero me dijo que saque al cigarrillo de la mente y aplique ese amor a la buena voluntad del corazón; así fue que dejé de fumar con felicidad y sin ponerme o proponerme plazos.

Uno de los grandes problemas que tenemos los fumadores es que nos planteamos un futuro que, como tal, es incierto… por ejemplo, nos hacemos preguntas como “Qué vamos a hacer mañana cuando alejemos de nosotros a ese amigo y compañero de tantos años?”. Otra gigantesca trampa…

Creo que uno de los pasos más importantes para dejar de fumar es querer hacerlo, queriendo se puede conseguir todo lo que un ser humano desea, sobre todo si la causa es positiva.

Y ahora voy a terminar halando solamente de cosas positivas…

Buena voluntad no es lo mismo que fuerza de voluntad: ésta es pelear con el cigarrillo, y uno, hermanito, con ésta va muerto. Buena voluntad es dejar pasar a ese amigo de tantos años, tomando conciencia de su real “amistad”; es pedir por lo que queremos, con amor, para recuperarnos; es sacar al cigarrillo de nuestro pensamiento. El pucho es ese amor malo que hay que olvidar…

Para esto necesitamos serenidad, que es quizás lo más difícil de conseguir, porque la mayoría de los fumadores carecemos de un mínimo de serenidad, y, paradójicamente, esto es a la vez una de las causas que nos llevan a fumar. Por eso necesitamos pedirle a un poder superior a nosotros que nos ayude, porque nos permite bajarnos el caballo y tomar, sin vergüenza, una actitud de humildad y reconocimiento de uno mismo, de sus valores y sus falencias.

Dejemos de negarnos y asumámonos tal como somos, amemos todas nuestras partes, amar lo negativo que tenemos es también quererse y dejar de hacerse daño con, por ejemplo, el pucho.

Como todo adicto, no estoy exento de tener una recaída, pero con un mínimo de cuidado, como el que debe recibir un enfermo que recupera su salud, y tratando de no hacerme drama y no caer en las trampas de las tentaciones, de estar siempre con la mente alerta, de quererme cada vez más, aceptándome como soy, se que no voy a volver a tocar un pucho en mi vida.

Sólo me queda dar las gracias a este grupo maravilloso de gente macanuda que tanto me ha dado, y decir a los que aún fuman que tengan paciencia, buena voluntad y que asistan al grupo la mayor cantidad de veces posibles, que más tarde o más temprano se deja de fumar.


JORGE